El primer día fue una mezcla de
emociones: tristeza porque me separaba de mis padres durante varias horas para
estar con niños y niñas que no conocía, y alegría porque estaba rodeada de
nuevos amigos y amigas. A medida que iba avanzando los cursos me daba cuenta de
que se iba complicando más la cosa, nos dejamos compañeros y compañeras atrás y
también otros que fueron bienvenidos. Infantil y primaria genial, pero llegó
secundaria. Secundaria sí, esa etapa en la que no importa lo agobiado o
agobiada que estés porque siempre se va a complicar aún más. El cambio fue
duro, bastante duro. Todo era más dificultoso, cambiamos de maestros, teníamos
asignaturas nuevas… Vamos, un completo agobio. Pronto nos acostumbramos y dimos
lo mejor de nosotros. En esta etapa vivimos una experiencia que nunca habíamos
vivido antes. Esta era el viaje de fin de curso. Nos lo pasamos estupendamente
y lo repetiría otra vez. Más tarde llegó 2º de la ESO. Se complicó aún más,
pero es normal para el nivel en el que estábamos. Se nos ha hecho muy corto
este curso, por lo menos a mí. Siento tristeza porque dejo este colegio, pero
también alegría porque subo un nuevo escalón.
Gracias a todos los profesores
que nos han guiado por este camino lleno de emociones.
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